Oregano (Origanum vulgare)
Chacras: Cardíaco y Base
Arquetipo “La Torre”
Personalidad: “El Luchador”
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Quienes requieren esta esencia viven generándose trabas en el camino, obstrucciones, que luego se manifiestan como problemas circulatorios. Sabemos que estos tienen que ver con afectos que no podemos hacer circular, que se bloquean. De allí que sea una patología común en aquel que ha perdido un afecto, que siente que se le ha bloqueado su circuito amoroso.
Desde lo arquetípico, se la asocia con el arquetipo junguiano denominado “La Torre”. Su función es elevar la mente y el corazón del hombre y proporcionar los caminos por los que descenderán del cielo los bienes, asegurando la intercomunicación entre los reinos celestial y terrenal. La Torre, representa una estructura rígida, construida por nuestros pensamientos, creencias e imaginarios, en la cual estamos prisioneros. Su ruptura, por lo tanto, implica una liberación de patrones mentales que impedían nuestra evolución como seres humanos. El rayo que parte la torre, simboliza la iluminación que permite al hombre dar un salto mortal, hacia delante, hacia una nueva dirección.
Orquídea amarilla (Oncidium Sphacelatum)
Chacras: Cardíaco
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Esta orquídea, se manifiesta en forma de ramilletes de florcitas pequeñas de color amarillo, con un estambre blanco en el interior.
Esta esencia está vinculada con la incapacidad de contacto físico, la aversión a los abrazos y a cualquier contacto corporal y tierno. Es ideal para mejorar nuestras relaciones afectivas aceptando y disfrutando del vínculo a nivel de piel.
Las personas ariscas, tanto los niños (en los casos en que no quieren que los besen ni los toquen) como los adultos, incapaces de soltarse a nivel corporal. Ayuda a romper con estructuras rígidas, frías, tras las cuales se esconde un profundo miedo a sufrir, por sobre todas las cosas a volver a sentir las consecuencias del abandono.
Orquídea blanca (Phalaenopsis Híbrida)
Chacras: Plexo y Cardíaco
Arquetipo: “El Sol”
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El origen de las orquídeas se remonta a una leyenda de la mitología griega, en la cual Orchis, hijo de una ninfa y un sátiro, durante las festividades en honor del dios Baco, bebió en exceso y, en estado de ebriedad, cometió un pecado imperdonable: hizo el amor a una sacerdotisa. Esa acción le valió el castigo de los dioses y la muerte.
Contada ya la historia, vemos que en particular, esta orquídea es ideal para cobijar a aquel que sienta su corazón hecho añicos. Se la asocia, desde lo arquetípico, con el arquetipo junguiano denominado “El Sol”. El sol, principio de lo masculino, de las energías Yang, nos insta a a vivir un mundo de encanto, con la maravilla del juego, de lo lúdico, aprendiendo a disfrutar aún de las cosas más pequeñas, a maravillarnos, a ser auténticos, espontáneos. Esto es un redespertar del niño interior que todos traemos, solo que a veces, producto de nuestras responsabilidades, de los compromisos, perdemos a ese niño que da lugar a una seriedad poco común que en nada contribuye a la resolución de lo cotidiano.
Orquídea de la eterna juventud (Epidendrum ibaguense)
Chacras: Tercer Ojo y Corona
Arquetipo: “La Estrella”
Personalidad: “El Epicúreo”
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Todo aquel que en la vida ha tenido episodios en los cuales se sintió humillado, ridiculizado o incluso avergonzado por situaciones familiares tales como padres alcohólicos, hermanos ilegítimos, etc, en la edad adulta buscará mecanismos de compensación y hasta tanto no logre sacar estos temas y tratarlos en profundidad su vida puede verse afectada seriamente o incluso ser estas causas generadoras de síntomas. Tanto la vergüenza como la culpa tienen un efecto desintegrador de la personalidad y destruyen la dignidad del individuo. En estos casos, la orquídea de la eterna juventud, nos va a permitir sacar estos temas a la superficie y resolverlos para poder disfrutar de tu vida en plenitud. Es un gran sanador de la vergüenza y la humillación que te permite recuperar tu dignidad.
El arquetipo que trabaja esta esencia es el arquetipo conocido como “La Estrella”. Suelo considerar a este arquetipo fundamental, ya que nos permite con humildad el reconocimiento de aquello que tenemos que cambiar, lo que equivale a decir que abre las puertas a la sanación, en la medida que solo podemos avanzar cuando traemos a la conciencia el conflicto. Muchas veces la presencia de fantasmas, que consideramos ajenos a nosotros, vienen a traernos a la conciencia conflictos internos, que resulta más simples de ser vistos en el afuera que en el interior. Yo le llamarías nuestros propios demonios. Es algo así como tomar contacto con nuestro yo inferior, que genera sentimientos negativos hacia uno mismo y hacia los demás y que no es más que cualquier cosa que haya en nosotros que impida el flujo libre y focalizado de la energía divina, el amor, y la verdad a través de nuestro ser. Orquídea de la Eterna juventud te enseña que rechazar una parte de ti misma por considerarla maligna es una forma de escindirte, de impedir que seas uno con Dios. Es decir, no importa que tan inaceptables o destructivos sean algunos aspectos tuyos, la energía y la sustancia de la que están hechos es la fuerza vital. Solo aceptándolos, solo abrazándolos, solo haciéndolos parte tuya (aceptable), es que los podrás modificar, si es tu intención.
Orquídea fucsia (Orquídea Cattleya)
Chacras: Sexual
Arquetipo: “La Papisa”
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La energía de la orquídea fucsia es angélica y se asocia con las potestades es decir aquellos que actúan como gendarmes protegiendo nuestras fronteras de los demonios. En especial la energía de esta orquídea se emparenta con Camael “El que ve a Dios” que para los Druidas era considerado el Dios de la Guerra. También representa aquellos momentos en la vida del hombre en los cuales hay que decidirse entre lo que se desea hacer y lo que se debe hacer.
Como era de prever, el arquetipo con el que se identifica nuestra esencia es el denominado “La Papisa”, símbolo de Astarté diosa de la fertilidad, de la reproducción y representativo de la luna y sus ciclos. La Papisa representa en el hombre un gran desarrollo de su ánima. Ella gobierna por el amor y la paciencia; es la madre de la vida y por lo tanto, como no hay vida sin muerte, es quien preside la muerte.